
Fue en el atardecer junto al mar, cuando el sol se ocultaba,
una suave brisa salada jugando con sus lágrimas
y el rocío del cielo bendiciendo sus palabras.
Fue un doloroso adiós,
una despedida desgarrada
de un te quiero bordado
en sueños de espuma blanca.
Ahora queda el recuerdo
de ese amor por el que todo lo daba,
queda el silencio que pinta la tristeza en su alma.
A través de la ventana se pierde su mirada.
Y se da cuenta que el otoño desvistió a los árboles de su capa,
barrió las flores que daban vida a su estancia
y desnudó sus sueños hasta dejarla abandonada…
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