Cuando las letras mueren...

Esta es la pequeña historia de un “te quiero” elevado al cielo,
escrito en arena húmeda y soplado a lomos del viento.
Hecho susurros en noches sin luna,
transformado en murmullo bajo la lluvia.

Un “te quiero” entonado en una canción de cuna.
Un “te quiero” grabado en un corazón ilusionado.
Un “te quiero” dibujado en un vidrio mojado.
Un “te quiero” que el tiempo ha silenciado.

Fue un día cualquiera que las letras de ese “te quiero”
fueron desapareciendo sin haberme dado cuenta.

La “T” elevada al cielo, una nube la borró.
La “E” que sopló el viento, en un remolino se disolvió.
La “Q” escrita en la arena, al subir la marea, una ola la borró.
La “U” desapareció cuando el susurro se acalló.
La “I” murmurada bajo la lluvia, un rayo la quebró.
La “E” ya no estaba cuando la canción de cuna terminó.
La “R” en el vidrio se esfumó cuando una mano, la humedad secó.
La “O”... cuando me dí cuenta solo quedaba la “O”...

Era la única letra que me quedaba de ese amor,
la aferré con todas mis fuerzas, es que no quería perderla,
era la única prueba de que había sido querida,
al menos una vez en mi vida.


Poco importaba si era cierto o tan solo una ilusión,
era la demostración de que mi sueño en algún momento se cumplió.
La até con hilos de plata y la guardé en mi corazón.

Ahora aún menos importa si ese “te quiero”
se diluyó con el tiempo o simplemente murió.
Tú lo dijiste un día y aunque no fuera real,
entre mis valiosos recuerdos mi alma lo guardó,
en su regazo lo acunó y vivirá para siempre
en el amor que siento por vos.

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