Viaje astral


Del sueño a la ciudad,
de la ciudad a mis venas,
de mis venas a la nada;
ahí hay muchos kilómetros,
más distancias,
más de un millón de metros
y varios milímetros…

También piedras,
meteoritos,
estrellas fugaces varias,
un poco de árboles
y mucho asfalto estelar,
incluso nubes y lluvias.
Ya no podía contar,
se me cansaron los dedos,
ya no alcance a medir,
pero recorrí la distancia varias veces
a no se cuántos centímetros por hora
o kilómetros,
me daba igual;
el asunto es que sentí calor
me atusó el viento,
me mojó el firmamento,
me observó la estrella fugaz,
me sonrió la luna
y más piedras…
más soles…
y la torrencial brisa
que se metió en mis pantalones
se me constipó la idea.

Iba yo por el tramo lácteo
y me acordé de ti…
detuve mi paso,
volteé a un lado,
indagué el otro,
paré nuevamente,
aunque ya me había detenido
y me aprendí de memoria el horizonte.

Ahí estaba el puente,
ahí el lago,
allá la fuente,
por acá un milagro...
Y tu voz desde el barranco.

Se me asfixiaba el pensamiento,
me hundí en presentimientos,
regresé a las curvas del camino
para ver si te recordaba.

Uf!
Ahí estabas...
recta en la vía
sinuosa en tus esquinas
y más piedras...
y más lunas...
pero me observabas,
presentí que llegaría el día,
el momento de tomar tu mano,
el instante de envolverme en tu velo
y enfundarme en tus prendas.

Te vi tan primitiva,
tan virgen,
tan impoluta
nítida, fría, húmeda y absoluta,
que recordé,
más piedras...
más distancias...
más lagunas
y saltando un segundo atrás,
no pude más y tome tu cintura
y en tu condición de ninfa
te prendiste a mi boca,
me robaste un trozo de alma
y hasta la respiración;
tanto que se me borró el camino
y me olvide de las nubes,
se pasaron las colinas,
los volcanes se extinguieron,
las arañas me pisaron;
y desde tu anzuelo,
te acercaste a mi hombro,
tu cabecita me acosaba el pecho
y desviaste la mirada…
levantaste tu mano
y señalaste…señalabas
más piedras...
más destinos...
más sueños...
más delirios.



Te he recorrido tantos días,
tantas veces
entre meses,
por segundos,
desde tus pirineos
hasta mis terruños;
desde tus mares
hasta mi pecho,
por tantos ayeres
luces y anocheceres,
que se me esconde el destino.

También capullo...
Te vi crisálida y ninfa;
un susurro,
tres latidos,
diez siluetas
un murmullo
y luego volvías a tu funda
a las piedras,
a la brisa,
a tus pasos,
a tus pies
al Orbe de mi cariño.

Mientras viajo,
mientras vuelo,
mientras escarbo el cielo
y veo tus ojos
me dejo un poco,
suelto el volante,
cierro párpados,
abro los dedos y
me conduce el vértigo
y soy testigo,
que te sueño
que viajo contigo
que soy tu dueño,
rey
y también mendigo.

Veo más piedras,
algún beso,
algún cariño,
un abrazo,
otro beso
y un suspiro.

Andarás en mi camino?
Te llevaré en mis piernas
te sentarás en mi voz
te acomodaré en mi sino,
te dejaré conducir,
harás magia,
algún leve mareo,
tomarás velocidad
y me llevarás al amanecer
al horizonte,
a tu pelo,
a tu piel
al mar.

Me regalarás un viaje por tu inmensidad.

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