Descansando tranquilamente
iba flotando en la laguna.
Cerrados mis ojos, vacía mi mente.
Sentí un ligero temblor, me elevaba lentamente.
En mi camino al cielo extendí mis manos
y puede acariciar las aves que pasaban volando.
Con la misma suavidad, una nube me abrazó,
y me llevó con ella a pasear por esta tierra.
Conocí las montañas, admiré las praderas.
Recorrimos ciudades, pueblos y aldeas.
A nuestro paso otras nubes nos recibían
y a medida que avanzamos, más nubes se nos unían.
Al llegar a una comarca, por la sequía asolada,
se realizó el concilio, y la decisión fue tomada.
Era hora de dar nuestra vida por esta tierra amada.
A grandes gritos los truenos llamaron a los rayos
que con su luz iluminaron el comienzo de la función.
El cielo se estremeció, en miles de fulgores brilló…
Se abrieron los cielos, nuestra hora llegó...
Poco a poco todas las gotas, que un día esa nube unió
fueron regando su vida, dando sosiego a la sequía.
Y la lluvia a esas tierras dio su bendición…
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